VIEJA HISTORIA
En el siglo XVI, los terribles hermanos Barbarroja, corsarios berberiscos,
atacaban la costa de Murcia cuando les venía en gana. Desde su base en Argel,
hacían incursiones, conocidas como razias: temibles golpes de mano relampagueantes y sorpresivos con la mala intención
de robar ganado o de secuestrar a alguna campesina, para, posteriormente, pedir
rescate por ella…Felipe II encargó al arquitecto militar italiano Vespasiano
Gonzaga el proyecto de una construcción defensiva para proteger convenientemente
de la piratería el litoral del Reino de
Murcia. El arquitecto pidió colaboración al ingeniero militar Juan Bautista
Antonelli, que proyectó una gran muralla para contener a los piratas. Cuando le
mostraron el diseño al rey, la respuesta que obtuvieron fue tajante y
desoladora: no había dinero. Las guerras de Flandes estaban siendo
costosísimas, y no solo económicamente… Por falta de presupuesto, el proyecto
de muralla, que abarcaba todo el litoral murciano, quedó reducido a la
construcción de solitarias torres vigía costeras cada cierta distancia. Esta
tarde releo “El delincuente argentino”, mi caso favorito de la muy recomendable
serie Lascano, de mi frate Ernesto Mallo, a los pies del Fuerte de Navidad
(Puerto de Cartagena), que en el siglo XIX sustituyó a la defensiva Torre de
Navidad, perfectamente restaurado, milagrosamente conservado, en este país que
maltrata su pasado, cuando no lo ignora o manipula con fines bastardos. Cada
vez que levanto la cabeza de este estupendo libro veo un horizonte luminoso e
hipnótico. Todos sabemos que hoy en día los piratas saquean vía satélite…
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