¡AY!
Rubias neumáticas, que en esta milagrosa tarde primaveral os tostáis,
vuelta y vuelta, en la infinita arena, ya es mala suerte que ese chulo de playa
monísimo no os haya hecho ni puto caso, para que, encima, ¡ay!, el único que ha
venido a rendiros pleitesía sea el tipo más feo de
la playa, y, probablemente, uno de los más feos de Cartagena.
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