Si una academia de tragasables es verdaderamente prestigiosa, hace test
psicológicos a los aspirantes. La razón es clara: no se puede consentir que una
persona vanidosa desprestigie la profesión. ¿Por qué?, se preguntarán ustedes.
Pues por la sencilla razón de que si el tragasables se envanece en cuanto
escucha un aplauso, hasta el punto de perder el sentido de realidad, puede
ocurrir que haga una reverencia de agradecimiento con el sable en las entrañas
y revele el truco a los espectadores.
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