El Neoliberalismo ha conseguido implantar su demencial principio vital: sálvese quien pueda en pos del dinero. Para ello, durante mucho tiempo, minó el
sentimiento de humanidad compartida. Poco a poco, con cada nueva actividad colectiva
reivindicativa que compartimos, logramos recomponer ese sentimiento, que es el fundamento de una convivencia humana digna.
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