La desesperación se ataja con esperanza, no con infames cuchillas
asesinas, colocadas por un gobierno absolutamente impresentable, que, según
dicen los entendidos en estadísticas y otras cifras de poder, suspende en
todas las encuestas a pie de calle. Veremos lo que pasa dentro de dos años en
este país lleno de desmemoriados y de babosos ilustrados.
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