Para Ángel Paniagua
Ese programita infecto: “Millonario anónimo”, en el que un tipo pasa de
paladear un vino que cuesta más que el salario mínimo interprofesional a beber agua
del grifo “porque necesitaba vivir esta maravillosa experiencia”, rebela la
deriva, absolutamente demencial, que ha tomado la televisión en España. El rico
visita un barrio desahuciado como si se tratara de un parque temático. Insisto: un programa repugnante hasta para
las cucarachas.
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