Si vamos conduciendo y el coche que llevamos delante hace una maniobra
que nos pone en peligro, pueden pasar dos cosas: 1ª) Si no conocemos al
conductor, lo fusilamos con una pitorrada, al tiempo que nos cagamos en sus
muertos, 2ª) Si nos percatamos de que el conductor es amigo, o un conocido que
nos cae bien, lo saludamos sonrientes y seguimos conduciendo tan tranquilos. En
el primer caso, consideramos que hay incompetencia imperdonable, o incluso mala
fe, por parte del conductor que nos pone en peligro, el muy hijoputa. En el
segundo caso, solo ha sido un fallo de nuestro amigo, que es un tío cojonudo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario