Una de las características del capitalismo es su diabólico poder para
convencer a la gente de que tiene derecho, por ejemplo, a practicar la
espeleología, de la noche a la mañana, sin tener ni puta idea, por el solo
hecho de que tiene el poder adquisitivo necesario para comprar el equipo de
espeleólogo. Luego vienen los llantos.
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