El extra de las superproducciones cinematográficas sólo cree en su papel al principio
del rodaje; luego se deja llevar… Por ello no es extraño que justo cuando la
desidia lo acapara por entero, ¡ay!, la cámara lo saque en primer plano. Recuerdo
a un infante medieval bostezando en mitad de la batalla.
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