El conductor del accidente de Ávila se quedó dormido. La Guardia Civil
debe pedir colaboración a la Inspección de Trabajo para averiguar las
condiciones laborales vigentes en la empresa de transportes a la que pertenece el
autobús siniestrado. No vaya a ser que, una vez más, pague el más débil: el
trabajador que no tiene más remedio que acatar unas condiciones de trabajo
criminales. Ya sé que algún filósofo intentará refutar lo que digo alegando que, en teoría, el conductor puede negarse a cumplir órdenes injustas. Lo que ocurre es que las teorías dan de comer a los filósofos, no a los conductores de autobús.
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