miércoles, 1 de enero de 2014

VIEJA HISTORIA

En el siglo XVI, los terribles hermanos Barbarroja, corsarios berberiscos, atacaban la costa de Murcia cuando les venía en gana. Desde su base en Argel, hacían incursiones, conocidas como razias: temibles golpes de mano relampagueantes y sorpresivos con la mala intención de robar ganado o de secuestrar a alguna campesina, para, posteriormente, pedir rescate por ella…Felipe II encargó al arquitecto militar italiano Vespasiano Gonzaga el proyecto de una construcción defensiva para proteger convenientemente de la piratería el litoral del Reino de Murcia. El arquitecto pidió colaboración al ingeniero militar Juan Bautista Antonelli, que proyectó una gran muralla para contener a los piratas. Cuando le mostraron el diseño al rey, la respuesta que obtuvieron fue tajante y desoladora: no había dinero. Las guerras de Flandes estaban siendo costosísimas, y no solo económicamente… Por falta de presupuesto, el proyecto de muralla, que abarcaba todo el litoral murciano, quedó reducido a la construcción de solitarias torres vigía costeras cada cierta distancia. Esta tarde releo “El delincuente argentino”, mi caso favorito de la muy recomendable serie Lascano, de mi frate Ernesto Mallo, a los pies del Fuerte de Navidad (Puerto de Cartagena), que en el siglo XIX sustituyó a la defensiva Torre de Navidad, perfectamente restaurado, milagrosamente conservado, en este país que maltrata su pasado, cuando no lo ignora o manipula con fines bastardos. Cada vez que levanto la cabeza de este estupendo libro veo un horizonte luminoso e hipnótico. Todos sabemos que hoy en día los piratas saquean vía satélite…

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