Camarón no entendía las letras de los poemas de Federico García Lorca, ese hombre bueno y genial cuya tumba buscan muchos cantamañanas que no han leído su obra con el respeto y el detenimiento debidos, pero supo entenderse con el granadino en la musicalidad, en el nudo en la garganta, en el agitar de alas: dos hombres deseosos de volar.
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