Hace muchos años tuve la suerte de conocer a un librero de verdad, que
me fue sugiriendo, paciente e
inteligentemente, la lectura de ciertos autores. Gracias a este hombre, sin el
cual yo sería una persona peor, conocí a Montaigne, a Pessoa, a Voltaire… Vuelvo
a ellos cada vez que el suelo tiembla bajo mis zapatos.
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