Cada dos por tres la vida nos obliga a ajustar cuentas con
nosotros y con los demás. En mi caso, el balance no suele cuadrar, y mira que
me hago trampas. No consigo poner de acuerdo el orgullo y la esperanza; me
empeño en engañarme y en soñarme diferente a lo que ya no tengo fuerzas para
dejar de ser. Pongo en la gente lo que no lleva. Construyo castillos en el aire
con mis ruinas y me lío a puñetazos con el viento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario