No me gusta el tono triunfal de Cayo Lara. Es evidente que el juez Castro
ha imputado a la Infanta Cristina de forma justificada, argumentando su
decisión judicial, es evidente que este juez está siendo riguroso y valiente, y
también es evidente que su ejemplo debería cundir en la judicatura española,
pero no es motivo de alegría que los cimientos políticos de España estén podridos.
Por cierto, Cayo Lara debería dedicar el mismo entusiasmo a depurar las responsabilidades
en su partido, si las hubiera, en el repulsivo caso, también de malversación de
fondos públicos, de los ERE de
Andalucía.
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