domingo, 24 de noviembre de 2013

Yo tenía algo más de veinticinco años cuando llegué a Cioran a través de una antología que hizo de su obra Fernando Savater: “Adiós a la filosofía y otros textos”.  Después leí casi todos sus libros. Cito los títulos conforme me vienen a la memoria: “Desgarradura”, “El ocaso del pensamiento”, “El aciago demiurgo”, La tentación de existir”, “En las cimas de la desesperación”, “Del inconveniente de haber nacido”, “De lágrimas y de santos”, “Breviario de podredumbre”,  “Ese maldito yo”, “Silogismos de la amargura”…Conozco la trayectoria de este filósofo genial, que fue un verdadero pensador, porque, como diría Schopenhauer, pensaba por y para sí mismo. Mis favoritos, que he releído una y otra vez a lo largo de los años, son los tres últimos que he mencionado anteriormente. Los libros de Cioran fueron un asidero en momentos muy difíciles. Me hicieron reír y pensar: ¿se puede pedir más a un libro? Hoy en día lo leo poco porque soy curioso y me intereso por otros autores cuyas obras también están llenas de ideas sugerentes. No disponemos de todo el tiempo...Recuerdo perfectamente que cuando me detectaron la enfermedad pensé en una observación de Cioran incluida en “Ese maldito yo”: “Quien no cree en el Destino es porque no ha vivido”. 

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