Las compañías aéreas, ferroviarias, y de autobuses deberían poner a nuestra
disposición un libro de reclamaciones para que, tras sufrir un viaje
penitencial al lado de un chistoso, o de un insolente que se cree con derecho a
absolvernos de nuestros pecados, podamos exigir una indemnización por daños y
perjuicios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario