Cuando la superficie del mar está completamente en calma, decimos que
es un espejo, como si el mar hubiera sido creado para nosotros, los orgullosos
humanos, los elegidos… Sin embargo, en las profundidades de ese “espejo” hay
todo un mundo imprescindible y fascinante que no sabe nada de nuestra estúpida
vanidad irremediable, ni de nuestras melancólicas tardes de domingo, ni tiene
por qué.
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