Un vanidoso acudió a la consulta de una nutricionista. Tras formularle
unas cuantas preguntas, la especialista le prescribió una liposucción de
ínfulas elitistas y miradas por encima del hombro, y una dieta a base de humildad
y sentido común… El vanidoso, dentro de sí, le gritó: ¡Su dictamen es
insultante. Usted no sabe con quién está hablando! Y, tras levantarse violentamente,
se fue dando un portazo.
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