miércoles, 8 de julio de 2015

El sacerdote que nos preparaba para la Primera Comunión, de la que tantos dones materiales esperábamos, nos instruía con voz pausada: “No mastiquéis el cuerpo de Cristo. Dejad que se os derrita en la boca como el más delicioso de los azucarillos”. Todo un gurú del marketing. 

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