lunes, 10 de agosto de 2015

Las mudanzas tienen su origen en la Prehistoria. Las familias adoptaban un bebé dinosaurio como mascota, y luego pasaba lo que estaba cantado que tenía que pasar: el pequeñín se convertía en una bestia que no cabía en la cueva, sobre todo si ésta era de protección oficial. “Nos mudaremos a otra cueva más grande”, anunciaba el Homo erectus. Y la Homa erectus se ponía tan contenta que le soltaba dos hostias (A.C) con mucho amor a su Homo hecho, derecho y resolutivo. Por cierto, el masoquismo también tiene su origen en la Prehistoria.

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