domingo, 23 de agosto de 2015

Las bolsas de ciertas grandes superficies comerciales contienen un campo gravitatorio que, en mi caso, atrae libros, libros, libros… Y cuando ya estás en la calle, te acuerdas de que no has pasado por caja, pero sigues caminando. “Bueno, ya vendré mañana a pagar, si eso, que se me escapa el bus”. Por cierto, una fuente muy fiable me ha asegurado que en su caso, no sólo atrae libros, sino también ropa monísima.

No hay comentarios:

Publicar un comentario