jueves, 3 de diciembre de 2015

El vanidoso raramente está dispuesto a morir por las ideas que profesa, y mucho menos en privado, sin periolistos que lo inmortalicen dándolo todo… Otra cosa es que se descuide mirándose el ombligo, y el inquisidor de guardia (¡siempre hay uno!) le ponga encima su mano de acero y lo triture en off. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario