Ya sé que soy un desvergonzado y un cabronazo, y mucho más al
escribirlo, y que los biempensantes me condenarán sin apelación posible. Lo sé,
lo sé, pero es mi experiencia: ser injusto a sabiendas, de vez en cuando, con
alguien que no me importa, me limpia, e incluso vigoriza.
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