lunes, 14 de septiembre de 2015

A traición, como el puñetazo marrullero lanzado por el matón de un oscuro billar, la memoria me golpea en la cabeza con la imagen de mi padre muerto en el suelo de la cocina, acompañado por nuestro gato, que lo lame varias veces y después me mira sin comprender… Pero yo encajo  la imagen traicionera, y contraataco recordando a mi padre desternillándose de risa, viendo, una y otra vez, la genial escena del camarote de Una noche en la ópera, protagonizada por los inolvidables e irrepetibles hermanos Marx. 

1 comentario:

  1. Los gatos se burlan de nosotros mientras nosotros nos reímos de los colapsados camarotes.

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