DE MIS ANTIGUAS CORRERÍAS NOCTURNAS
Una chica mugrienta y desgreñada se apoya en la estatua de un cartagenero
ilustre y olvidado mientras un sátiro tambaleante intenta penetrarla. A poca
distancia de ellos, un tipo con camiseta de tirantes y tatuajes talegueros, sentado
en un banco decorado con corazones tachados a navaja, apura, impaciente, un
porro... “¡Venga ya, maricón. ¿Puedes o no?!”
Yo soy ese sátiro, tal vez tú seas el taleguero, mi novia es esa chica mugrienta y desgreñada.
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