Todo poeta inteligente, que no viva embobado
con las musas, y mucho menos con las musarañas, sabe que todos los tiempos son peligrosos
para la lírica, incluso mortales. Por eso siempre tiene lista y a mano una maleta
machadiana en previsión de que el mundo se vuelva irrespirable y no haya más
remedio que fugarse en busca de horizontes habitables.
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