domingo, 11 de enero de 2015

Cuando observo a un político defender su candidatura, siempre me planteo esta situación hipotética: Si esta persona y yo conversáramos, sin testigos, ¿trataría de imponerme sus principios políticos o se limitaría a exponérmelos amablemente? ¿Escucharía realmente mis puntos de vista? Y a continuación le doy una vuelta de tuerca a la hipótesis: ¿cómo se comportaría si hubiera testigos?

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