En esta vida todo se aprende, incluso a hacer el amor. “Y es que a usted le tuvieron que enseñar dónde la tenía
que meter?”, me preguntarán. “Hacer el amor es un artificio, un fenómeno
cultural placentero, que supone mucho más que una penetración mecánica y ociosa”,
respondo. Ni que decir tiene que a pensar también se aprende.
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