Se dinamita la poca dignidad que les queda a las condiciones laborales en
España, se fija un salario tan flexible como el mejor contorsionista; volvemos
al olé, al sol y playa, y a la chapuza carroñera. Todo ello se agita bien
agitado, y se sirve (nunca mejor dicho) a la mayor cantidad de turistas posible.
A esto es a lo que se le llama “marca España”.
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