domingo, 24 de febrero de 2013

Un verdadero pensador sabe que no existen las preguntas definitivas, ni las respuestas terminantes. Un verdadero pensador no se acomoda en mullidas interpretaciones de la realidad; huye de todo dogmatismo, encontrando debilidades a sus argumentos… El arma más devastadora de cualquier poder despótico, sobre todo cuando se disfraza de demócrata,  contra un pensador, es convertir a este en una institución. En ese preciso instante, el pensador está acabado.

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