martes, 19 de febrero de 2013


Tengo delante la fotografía de uno de los infernales barracones del Campo de concentración de Buchenwal. Cuando este campo fue liberado por las tropas del general Patton, éste quedó tan horrorizado de lo que allí encontró que ordenó traer a mil ciudadanos que vivieran en las cercanías del Campo. Cuando esas personas llegaron y constataron las humillantes condiciones donde se pudrían los prisioneros que acababan de ser liberados unas pocas horas antes, empezaron a excusarse, repitiendo una y otra vez:” No sabíamos, no sabíamos”. En ese momento, sin ellos saberlo, se estaba abriendo el fascinante, a la vez que repugnante, debate sobre la complicidad, por acción u omisión, del pueblo, de la “buena gente”, con los desmanes ordenados por ese botarate criminal, llamado Adolf Hitler. Qué triste que esta complicidad se haya repetido a lo largo y ancho de este mundo con otros dementes que han ostentado el poder.

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