Uno de los daños colaterales de la estafa económica que vivimos es la
unión de forzosa, forzada por la férrea hipoteca, de dos personas que ya no
sienten el más mínimo amor el uno por la otra, y viceversa. El daño provocado
es una auténtica bomba de resentimiento social. Se les puede aplicar aquello
que dijo Borges: No nos une el amor, sino el espanto.
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