El individualismo que corta lianas, brazos, piernas en una selva de
asfalto y cristales rotos. El individualismo para apuñalar en medio de un
suicida sálvese quien pueda. El individualismo que, ahora, cuando las vacas
flacas rumian el desastre, se convierte en puro aborregamiento al borde del
abismo. Y Rajoy sin dimitir, como dice mi compadre Ramón Garza.
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