jueves, 24 de octubre de 2013

EL ARTE DE LA IMPRUDENCIA

Lleva cinco años en paro. En ese agónico período de tiempo su mujer ha tenido dos hijos más. Cuando era padre de un solo hijo, y buscaba trabajo, podía elegir (hasta cierto punto) y descartar ciertas ofertas de empleo, cuyas condiciones laborales eran espantosas (prácticamente había que pagar por ser esclavo). Ahora, con dos hijos más, cuando va a buscar trabajo, tiene que aceptar lo que le ofrecen, aunque las condiciones sean leoninas. Los tiburones empresariales lloran de emoción, y se frotan las manos, cuando piensan en trabajadores tan menesterosos e indefensos como él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario