domingo, 20 de octubre de 2013

En el nacionalismo (cualquier nacionalismo) se unen dos formas de la estupidez humana: una vanidad clasista y un violento dogmatismo, ambas con carácter despreciativo. A veces, se les suma un victimismo ridículo y artificial, como el que profesa esa garrapata llamada Artur Mas, que asiste a los actos de beatificación de la santa cruzada contra los infames rojos junto a la cúpula de la siempre amorosa, constructiva y civilizada Conferencia Episcopal Española.

No hay comentarios:

Publicar un comentario