En muchas familias los roles están perfectamente repartidos. El padre se ocupa de llevar a su nene al partido de futbol, dándole intrucciones precisas de cómo ha de comportarse en el terreno de juego. La madre se ocupa de ir a hablar con el tutor y de aguantar que éste le diga: "ojalá que su hijo triunfe como futbolista".
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