La enfermedad nos instala, a veces de forma brutal, en la conciencia de nuestra fragilidad, característica básica del ser humano. Dependiendo de cómo nos afecte dicha toma de conciencia, seguiremos caminando sin perder la alegría, o nos hundiremos en lo más profundo de nuestro ser, como animales asustados. Yo he decidido seguir sonriendo.
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