La ironía es el arma que tiene el pueblo para corroer los cimientos de esa temible alianza que
forman el poder político y la estupidez. Por eso todos los dictadores, sean del
signo que sean, o detestan la ironía, o no la entienden, o la detestan porque
no la entienden. Ironía y poder absoluto son antítesis, porque la ironía pone
al descubierto, ridiculizándolos, todas esos disparates que pretenden
justificar que un hombre tiene derecho a decidir cómo han de ser las vidas de millones.
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