El Papa Francisco sabe cuál es el mayor problema de la Iglesia Católica
hoy en día: la pérdida de fieles. El Papa Francisco sabe que los símbolos son
muy importantes, no en vano el hombre es un animal simbólico. Por ello, para
reclutar nuevos fieles (evangelizar) hay que interpretar correctamente: hay que
tirarse a suelo para rezar (sin cojín hubiera sido mucho más impactante), hay
que pedir a los sacerdotes que sean “pastores con olor a oveja”, hay que proclamar
a los cuatro vientos, una y otra vez, para que lo oiga todo el mundo, sobre
todo aquellos que se alejaron, con sus familias, de la Iglesia por sus casos de
pederastia o porque el Instituto de Obras Religiosas (Banco Vaticano) blanquea el dinero a las mafias de la prostitución, que
ahora está en la silla de Pedro un hombre humilde (lo de la humildad hay que
repetirlo las veces que haga falta, pero sin aburrir a las ovejas), que erradicará ¿milagrosamente? toda la infamia
que ha acompañado a la Iglesia durante siglos, un hombre humilde que oficia misa para
el personal de mantenimiento del Vaticano. Vamos, de una humildad acrisolada. El
Papa Francisco es muy inteligente: sabe que el hombre es muy devoto de
las apariencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario