lunes, 8 de abril de 2013


"Urdangarin comunica al rey su decisión de irse a trabajar a Catar." Yo recuerdo el caso de un amigo que se vio envuelto en un delito menor contra la salud pública (en comparación con el delito de este golfo consorte, el de mi amigo fue un asunto insignificante), que le costó  unos meses de cárcel (él sí fue encarcelado de inmediato) y le supuso perder su empleo. Cuando me entero de que Urdangarin está pensando en marcharse a trabajar a Catar, me pregunto: ¿tiene este hombre la sensación de que puede ser condenado? ¿La ha tenido en algún momento? Es más, ¿en algún momento ha sentido este caradura que el juicio al que está siendo sometido es algo más que una farsa? ¿Quién se cree, a estas alturas, que la justicia es igual para todos? Un hombre que está haciendo las maletas para ir a trabajar durante dos años a Catar sabe que la cárcel no está pensada para hombres como él. Y lo repulsivo es que tiene razón.   

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