jueves, 26 de septiembre de 2013

Vaya por delante que los miembros de esta subespecie humana no pertenecen a una clase social determinada. Podemos encontrarlos en todas y cada una de ellas, independientemente de su nivel de ingresos u ocupación, da igual que vistan ropa adquirida en el hipermercado chino de su barrio o de Armani (los obreros que la fabrican suelen coincidir en el mismo cuchitril infecto de un país emergente). A los pocos segundos de tratar con uno de estos personajes siniestros comprobamos, horrorizados, que se siente indecentemente orgulloso de su repelente vulgaridad. Hasta ese momento no habíamos conocido a nadie que exhibiera su ignorancia con tamaña desfachatez. Despreciador de todo lo que suene a cultura, puede hacer afirmaciones chulescas tan sesudas como: yo no he leído un puto libro en mi puta vida, ni pienso leerlo, y tengo una casa y un coche mejores que los tuyos, pringao. En los últimos años han proliferado los programas de televisión protagonizados por esta gentuza. Y es que los miembros de la temible chusma se cuentan por miles (y creciendo), y cada vez tienen más influencia en el devenir de la realidad. Inexplicablemente, tienen derecho al voto… 

No hay comentarios:

Publicar un comentario