Lo que repugna en el tratamiento informativo sobre la imputación de la
Infanta Cristina es que está siendo tratada como víctima, cuando es evidente
que ella puso su nombre para respaldar a su marido en los trapicheos llevados a cabo a través del indecente proyecto Noos. Tratar de ocultar su cooperación en este asunto es
un insulto más a la ciudadanía. Lo mismo que es un insulto esa ley de transparencia
con límites a la que se acoge la Casa Real. ¿En qué quedamos, transparencia o
no?
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