martes, 2 de abril de 2013


Mi padre falleció hace unos días. Un amigo suyo solicitó a uno de los sacerdotes del barrio que oficiara una misa de duelo por su fallecimiento. Ha tenido lugar esta tarde. En un momento dado, el cura menciona a Barrabás. La figura de Barrabás es fascinante. Barrabás era un zelote, o zelota, nombre que recibían los hebreos que guardaban un extremado celo por Yahvé. Los zelotes tenían como objetivo una Judea independiente del Imperio Romano. Algunos historiadores consideran a los zelotes como uno de los primeros grupos terroristas de la historia, porque asesinaban a civiles que colaboraban con Roma. Es probable que la figura de Barrabás esté creada a propósito para componer una parábola, ya que un zelote, Barrabás, es el perfecto contrapunto de Jesús de Nazaret. Tanto en sus métodos como en su filosofía difieren radicalmente. Barrabás militar; Jesús pacifista. Barrabás lucha por liberarse del yugo romano mediante las armas; Jesús promete una liberación espiritual más allá de este mundo. La conocidísima escena de la liberación de un prisionero durante la Pascua judía no tiene base histórica. No se tiene noticia de esa costumbre ni por parte de los romanos ni de los hebreos. La escena en la que Pilatos se lava las manos y permite que el pueblo elija entre Barrabás y Jesús es probablemente falsa. Unos creen que tiene como función mostrar el antisemitismo por la crucifixión de Jesús, otros creen que se trata de una forma de exculpar al Imperio Romano, que pronto adoptaría el cristianismo como religión. Yo creo que es una gran trampa intelectual de la Iglesia, que inventa esta escena para decirnos: qué ciegos son los hombres, qué necesitados de iluminación espiritual. Tenían delante al hijo de Dios y prefirieron a un terrorista fanático. Perdónalos, porque no saben lo que hacen…

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