Ayer terminé de leer un libro precioso y conmovedor, de Leonardo Padura,
magnífico escritor cubano, que se titula Máscaras: el tercer caso del teniente
Mario Conde. En este libro, Padura relata con mano maestra el bárbaro afán de
la dictadura castrista (en verdad, de todas las dictaduras) por empeñarse en homogeneizar a
los seres humanos con arreglo a unos principios de acero. Uno de los colectivos
que más ha sufrido la persecución de los burócratas cerriles de Castro es el
colectivo homosexual. Hay un término clave en el libro: parametrar. Verbo feo
donde los haya, sirve al aparato represor dictatorial para clasificar a las
personas según unos parámetros “revolucionarios”. El resultado es de una
contundencia brutal: sirve/ no sirve. Toda la diversidad humana reducida a una
estúpida dicotomía, que salva o condena, sin apelación posible. Sencillo y criminal. Terrible.
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