En la sala de espera hay un cartel: SE RUEGA GUARDEN SILENCIO. La sala
está repleta de pacientes que esperamos para que nos atiendan en las consultas
de alergología. El escándalo es tal (no he podido leer ni una sola página del
libro que llevo conmigo), que el vigilante jurado ha entrado y nos ha exigido que nos
callemos de inmediato. Qué triste, pienso, siempre necesitamos un guardia para
comportarnos como es debido.
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