jueves, 13 de junio de 2013


Cada vez que se me acerca un comerciante del barrio lamentándose de lo mal que le van las cosas, pienso: ¿por qué he de sentir lástima por este tipo? ¿Acaso compartió conmigo los ingentes beneficios que le produjo su negocio en época de bonanza económica?

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