sábado, 29 de junio de 2013

El Senado de Brasil ha decidido calificar la corrupción política de “crimen hediondo”. La calificación es acertadísima, porque, efectivamente, estamos ante un crimen que mata el presente y el futuro de la mayoría de los habitantes de la nación en donde el monstruo de la corrupción política afianza sus tentáculos despiadados e insaciables. Y, ciertamente, es un crimen que despide un hedor insoportable. Hedionda resulta la chulería de Bárcenas ante el juez Ruz durante meses (ayer, bastante menos), hedionda la bravuconería de Juan lanzas, hediondas las palabras de Díaz Ferrán, hediondos los trabalenguas de María Dolores de Cospedal, o los trabalenguas de Montoro (la política gubernamental española es un continuo trabalenguas apestoso), o el hedor cadavérico que despiden las estúpidas contestaciones de nuestro querido presidente Mariano, “no entiendo mi letra”, Rajoy. 

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