sábado, 15 de junio de 2013


Uno de los “aguadores” avista las lecheras entrando en el barrio. ¡Agua! ¡Agua! ¡Maderos! ¡Me cago en la puta de oros! Los que currelan dentro del garito empiezan a quemar la cocaína a toda prisa. Una vez que los maderos están frente a la puerta del búnker que tienen órdenes de registrar observan que sale humo por debajo de la puerta. ¡Policía! Con un ariete metálico, dos agentes tardan casi un minuto en echar la puerta abajo. Humo, toses, forcejeos. Rápidamente, los agentes consiguen rescatar con vida a los traficantes. Unos y otros, con las caras sucias de hollín, posan para el fotógrafo de un periódico local.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario