Cada preso poseía un
trocito de la llave que abría la puerta de la cárcel, pero no lograban ponerse
de acuerdo a la hora de elegir a la persona “idónea” para abrir… “¿Qué un
violador tiene más derecho que un asesino? Te rajo, cabrón”. “¿Qué un
ladronzuelo está por encima de un atracador de bancos? Vete a cagar, piojoso”.
Y en este plan… Al final, abrió la puerta un concejal de urbanismo, admirado
por todos los reclusos, a cambio de una comisión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario